7 de agosto

Hace ya varios años ,, un 6 de Julio hice un viaje a la aventura con mochila, saliendo desde Barcelona y


entrando por Portbou en Francia, hacia Argeles, después Montpellier, Marsella etc...


Recorrí en Interrail varias ciudades con estancia incluso en Paris. Ya al regresar pasé 2 noches en  


Biarritz y en San Sebastián, paré en Pamplona el 7 de agosto.


Si quizá hubiera empezado con el chupinazo en Iruña, no hubiera pasado 3 días de tanta tranquilidad


como pasé en agosto  a la vuelta de mi viaje, pero nunca me agradó mezclarme entre tanto alboroto.


Recuerdo que llevaba una camiseta roja y salí a correr una tarde. Haciendo deporte por las calles históricas


sin el tumulto de gente que se aglomera en los San Fermines, me sentí como en las fiestas.


Disfruté de la gastronomía en la plaza del Castillo, de mis ratos para escribir y poder descansar sin ruido.


Libre como un cabestro antes de su encierro.


Esta celebración tradicional llena de anécdotas, vital para el desarrollo económico de la ciudad,


jamás podrá albergar la calma que arropa a su gente cuando acaba la ceremonia de clausura.


Pasé la primera puerta, a Pamplona se ha de ir sea o no sea San Fermín.

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